“¿Dónde está Martina?”, se pregunta Perú desde hace dos días. Era el supuesto nombre de una bebé que enfrentaba un dramático relato de desaparición aunque, según confirmaron las autoridades, nunca existió. Todo empezó el miércoles por la noche, cuando una mujer de treinta años salió de su casa en Lima rumbo a una clínica después de iniciar las labores de parto. Gabriela Sevilla Torello tenía nueve meses de gestación y había roto aguas.
Pero nunca llegó a su destino. Su madre, quien la esperaba en la clínica, lo denunció y desde ese entonces se inició una búsqueda intensa. Así es como se contó la historia de la supuesta desaparición. Pero al mediodía de este viernes todo se tambaleó cuando el ministro del Interior, Willy Huerta, afirmó que Gabriela Sevilla nunca había estado embarazada. La Fiscalía confirmó esta versión horas después.
“Por favor, que me devuelvan a mi hija y a mi primera nieta, que se va a llamar Martina. Mi corazón está partido en dos”. Aún resuenan las palabras de Rita Torello, la supuesta abuela, a las cámaras de televisión, en medio de una vigilia de oración organizada por sus vecinos del distrito de Surco. Habían pasado más de veinticuatro horas y el paradero de Gabriela Sevilla seguía sin conocerse. La versión que circuló al principio apuntaba a que Gabriela Sevilla había tomado un taxi de la aplicación Beat. Sin embargo, la empresa emitió un comunicado afirmando que “no habían identificado ningún viaje solicitado desde la cuenta de Gabriela ni tampoco de su pareja” en el trayecto y hora señalados. Se filtró a la prensa una fotografía que ella habría tomado con su celular desde el asiento trasero de un coche. La imagen es borrosa y solo se distingue a un conductor de espaldas. Se informó que se la había enviado a su pareja, quien se mostró huidizo y no ofreció declaraciones a los medios de comunicación.
Una vecina de Sevilla entregó a la Policía una grabación de su cámara de seguridad, ubicada enfrente de su casa, donde supuestamente aparecía la desaparecida. En la secuencia, que tampoco es muy nítida, se distingue a una mujer que abre la puerta y se dirige hacia la plaza de estacionamiento del complejo de viviendas con un celular en la mano. Minutos después, ella regresa con un hombre y salen con una maleta. Todo en un lapso de 25 minutos.
Para ayudar a identificar a Gabriela Sevilla, las autoridades se limitaron a señalar sus tatuajes: flor de loto en la espalda, así como otros grabados en el antebrazo izquierdo, el tobillo de su pierna izquierda y el dedo anular de su mano derecha.